Categorías
Lagarto

De cómo me hice mayor en mi primera gran aventura laboral

Este es el típico título que me jode la maquetación del tema del blog por ser demasiado largo, pero es la frase más corta con la que soy capaz de expresar con cierta vehemencia lo que necesito. Y digo necesito porque llevo unas semanas asqueado, acercándome al portátil en casa con cierto recelo y asco. Sí, sí, sigue teniendo un dibujo frutal iluminado en la chapa de arriba, no es por eso. Es porque empezaba a odiar este mundo al que decidí pertenecer años atrás. Pero desde hace escasamente una hora, ya no. Hasta la siguiente, vamos.

Aunque hay unas pocas personas que ya están al tanto al resto, amplísimo resto, os diré que en mi grupo de trabajo llevábamos entrando una hora antes (y saliendo prácticamente una hora después) desde hace dos meses. Por amor al arte y por una llamada del orgullo. No quiero dar detalles técnicos para no aburrir al personal pero se trataba de un enorme proyecto web y la tarea que más por saco me daba era que se viera lo mejor y más parecido posible en todos los navegadores. Esto, aparte, de que las aplicaciones que corren en la plataforma lo hagan correcta y vistosamente. Ha sido un camino tortuoso y en principio debía presentarse el día 15, como avisé hace un mes, pero nos aplazaron la fecha final hasta mañana (hoy) viernes para que el alcalde haga la presentación a la prensa y público de forma oficial.

No es un proyecto finiquitado, nos tocará realizar una larga sesión de mantenimiento y retoque continuo, pero hemos cumplido con lo pedido. Vale, os estoy aburriendo. Ibamos muy pillados de tiempo, nadie daba un duro porque eso terminara bien (ni nosotros mismos, ojo) porque ayer a estas horas ni siquiera era navegable correctamente en Internet Explorer. El martes tuve que quedarme hasta las doce y algo, el miércoles hasta las 7 y cuarto de la madrugada y hoy hasta las 3 largas. Ha sido una paliza, ha sido una burrada, sobretodo el segundo día, estar metido 23 horas en una oficina, pasarte las últimas doce tú solo acompañado de dos diseñadores que prácticamente te doblan la edad, que no tienen intención de aprender qué es Tomcat o porqué eso no es o sí es de una determinada forma. De verdad, me sentí el rey del mundo, no es que sea el último mono porque han llegado becarios nuevos, pero que confíen en mí tanto para sacar esto adelante como para dejarme solo durante tanto tiempo me hizo apretar más todavía, lo necesario para recibir unas muy agradecidas palmaditas en la espalda porque el trabajo realizado en esas condiciones fue sorprendentemente bueno, disculpad la soberbia, el primer sorprendido fui yo, pues no confiaba en que se pudiera hacer. Hoy ha sido parecido en esencia, con mucha cafeína en el cuerpo (motivo por el que estoy escribiendo esto tan frescamente), y es que, ojo, me he tenido que retirar de la mesa porque el temblor de las manos producido por el séptimo café del día me impedía teclear con comodidad. No, no es sano, es una burrada, pero si hay que hacerse, se hace, porque es gratificante. Dios, me siento el puto amo, tanto yo como mis compañeros que han sufrido igualmente (aunque con unas pocas horas más de sueño) este carrusel de emociones que para en la estación de la desesperación, la maldición, la incredulidad, la fascinación y la efusividad.

Hace unas horas, cuando quedaban unos metros para la línea final, pero la final, final, yo en modo saltarín por la droga aunque con unas ojeras épicas, el jefe de proyecto empezó a decirme que me fuera a casa, llevaba muchas horas allí, todo había salido estupendamente, había (y habíamos) realizado un buen trabajo, estaba orgulloso y prefería que hoy viernes lo cogiera libre si quería, al menos para recuperar horas de sueño.

Soy, ahora mismo, después de esta crisis donde me ha tocado liderar y coordinar a ratos (también ser liderado por mis compañeros con más experiencia en otras áreas) y ver cómo somos capaces de salir de un hoyo de incertidumbre y desolación para terminar coronando el pico señalado en cuestión de horas ha sido realmente excitante, aunque me haya hecho pasar días muy malos, cabreos muy largos y berrinches que ahora parecen muy tontos. Al fin y al cabo, sé que aventurillas de estas voy a tener unas pocas más. Pocas, porque todos no han confesado que se trata de un proyecto excepcional y extraordinario (por raro, no por genial) debido a una serie de factores de película de terror donde todo lo que podía salir mal salía incluso peor, lo que ha aumentado la alegría final.

Sólo falta perder las ojeras y la palidez del rostro para que me vuelvan a considerar humano. En este preciso instante prefiero ser, simplemente, un ser feliz. Y tan contentos, que ha pasado la tormenta en medio del cálido frío. Y dormimos por fin.

Visto en: Liferay.

12 respuestas a «De cómo me hice mayor en mi primera gran aventura laboral»

Rápido. Vertiginoso diría yo. Así es como me he visto obligado a leer el texto. Y es que desde el principio da sensación de velocidad, de tensión. Has conseguido que me alegre por un trabajo que no es el mío en unos plazos que no me incumben. ¡Enhorabuena por el trabajo bien hecho, compañero!
Y ahora, vete a la cama, que te lo has ganado.

Haz caso a Aloisius, ahora estás feliz porque eres joven e ingenuo, pero has colocado el primer ladrillo de tu amargura futura. Un becario está para aprender, si acaso para apoyar. Nunca debería ser el pilar de un proyecto, eso es jugar con la ilusión y la juventud.
Arbeit macht frei, esos sí que sabían lo que decían…

Hacer esas burradas es el primer paso para que luego comas ruedas como molinos. Si se ofreció algo imposible, en lo que tú no tenías poder de decisión ni se consultó, no eres responsable del no cumplimiento de los plazos (no realistas) acordados en base a criterios comerciales, que no técnicos. Una palmadita en la espalda te compensa por el tiempo y esfuerzo dedicado, a costa de tu vida personal (e incluso salud)? No lo creo.

Por lo menos parece que ha sido una cosa voluntaria, pero vamos, que si el único reconocimiento es una palmadita en la espalda y ya está, no creo que te compense sacrificarte tanto. A la empresa sí, desde luego…

Gracias a todos y sí, el mismo jefe de proyecto me dijo que no podía ser que un proyecto así se termine decidiendo por lo que puede dar de sí un becario o no. Pero al margen de eso, como logro personal, me llena de satisfacción porque, como digo, ni yo mismo pensaba que pudiéramos hacerlo. Me he demostrado que sí, y es con lo que me voy a quedar.

Siempre que me he pegado curradas de ese estilo han terminado sucediendo cosas que me han hecho sentirme gilipollas por haber dado el do de pecho ante malas planificaciones y problemas que no eran de mi responsabilidad ni acordes a mi salario.

Espero que en tu caso te lo sepan valorar como es debido.

Hazles caso a todos hombre, está claro que haber vuelto religiosamente a casa a tu hora todos esos días aunque se hubiera quedado el proyecto sin terminar para pasar esas horas jugando a la Plei habría sido una experiencia vital mucho más enriquecedora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *