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Lagarto

Naranjo en flor

Bien podríamos decir que aquí no ha pasado nada, que todo sigue igual que ayer, que no ha habido cambio alguno. También podríamos firmar con dos dedos cruzados a la espalda que esas rosas que engalanan, que se vestirán de fiesta, son de color burdeos tizón marengo. Por el monte las sardinas, tralará.

Se encontraba vuestro héroe en un sofá heredado, tapizado a cuadros, ella en el regazo, intentando con relativo y optimista éxito que esa caja británica de precioso aspecto retro que siempre se queda encima de la mesita emitiera en su canal limpio algo parecido a Waltz for Zizi. Y se le escapa un dedo y se rompe la burbuja, y se percata de que está ahí y se molesta. Qué bonito es el Royal Albert Hall por dentro, o tiene pinta. Hablando de pintas, mete hocico y pega un muerdo a una morena importada, que se deja, a ver si consigue olvidar la rubiez de anoche con sabor a uva verde y aroma a coco. Quién no querría tener plantado un mango en su patio trasero, ese fotograma en 35mm que espera la entrada de los créditos, justo antes del fundido a negro. Un mango y un atardecer en algún lugar de Brooklyn, momento en el que comenzaría a sonar una versión acústica pero reconocible de la famosa pieza Kids, de MGMT. Producida por David Rob Jones, exacto.

Y se levanta del sofá, y mira el mal tiempo por la ventana, y se pregunta, «¿Cuánto va a joderme, uhm?». Se refiere a un tema muy concreto. ¿Recuerdas aquella chica con quien tan bien te llevabas, que sonreía justo en el instante preciso y de la mejor manera posible y con quien al final no llegaste a tener nada? Correcto. Ella hace su vida, sin imaginarse en la portada de una Rolling Stone mordisqueando una pua, y te necesita cerca, te requiere accesible, por lo que pueda pasar, y tú estás dispuesto a ello, obvio, creo. Hay que ser realistas cuando te levantas de ese sofá después de rasguear mal, porque ella decidirá presentarte a una persona importante, ¿y después?, ¿qué importa el después?, que con esta persona deberás llevarte bien aunque te deje acobardado, como ese pájaro sin luz.

Y habiendo cerrado la pestaña del navegador con la tablatura, cierra el portátil y espera, sentado, que veinte años no es nada. Que no es la primera, que con indiferencia hoy la ve volver, con un pedazo de vida, naranjo, efectivamente, en flor.

Visto en: Tangos y demás.

5 respuestas a «Naranjo en flor»

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