Categorías
Lagarto

La bocina de Johnny Weissmuller

Soy de esa clase de personas que madrugan. Antes no, lo reconozco, pero ahora, por un cambio inesperado en el guión, sí. Entonces me meto en la cama (solo) más o menos pronto. Me quedo roque y hasta el beep beep del despertador. El problema es que debe haber un vecino nuevo por aquí, o vecinita, no lo sé, que cuando llega a casa, de noche, hace sonar el claxon de su coche (pequeño y blanco como una mancha de semen en una falda) que tiene por sonido el «Ahhh… ahhhhh» más potente grabado nunca sólo por detrás del comienzo de Inmigrant Song.

La primera vez te hace gracia.

La segunda piensas, «Ah, el simpático de ayer».

La tercera cambias a, «Ah, el gracioso de siempre».

Y a partir de ahí ya es «Joder, el subnormal de Tarzán». Manda cojones, por favor. Hortera de mierda. Sólo te fatan unos cuernos en el morro de un Cadillac color crema.

Visto en: Ahí abajo.

3 respuestas a «La bocina de Johnny Weissmuller»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *