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Pensando en alto

El Ponche de los Deseos

Yo, que soy más chulo que un ocho, no os voy a aburrir con lo de la Ley Sinde y otras zarandajas de candelero hasta el próximo partido de fútbol, aunque sí voy a hablar de cultura, literatura concretamente, pero como ni me refiero a ella por ningún eBook, tan en la cresta de la ola, ni es algo que salpique a SeriesYonkis, pues parece menos importante que los episodios más vistos de Sexo en Nueva York por los cuales la gente mata, como en las rebajas (de las que debería hablar).

Genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso, de carrerilla

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No sé qué tiene de divertido ver a un joven encorbatado mirando estupideces en la película esa que basaron en un anuncio de Renault de un perro gris que vuela, pero la gente me veía y se lamentaba. No me echaron monedas porque vieron que me daba para el Spotify de los ricos. Es genial escuchar las quejas de los pobres e insignificantes mortales, pardillos, vosotros, por la publicidad. Tontos. ¿Qué tal se vive en el Segundo Mundo? Duchaos.

En fin, rebaño, este librito (y utilizo un diminutivo cariñoso por el tamaño del relato) se grabó a fuego en mi cabeza cuando mi edad se contaba con los dedos de una mano y dos de la otra por dos motivos concretos. Vale que una historia de magia negra llamaría la atención de cualquier chaval, más aún si te dicen que el autor es quien parió una década atrás La Historia Interminable. Porque a casi nadie le suena El Ponche de los Deseos, que, no sé por qué, siempre había recordado como El Ponche Mágico, supongo que dependeré de las ediciones, pues por ahí se ve hasta un Ponche Mágico de los Deseos, a casi nadie le suena, es una obra menor, de fondo de estantería, de lectura rápida y ligera (o así la recuerdo yo, y han pasado ya quince años). A mí me gustó más que su gran obra maestra. Yo, que soy mas chulo que nadie.

Decía que me habían marcado dos puntos de esta historia, el primero, que todo se cuenta del tirón y desde que comienzas a leer ves que la historia está marcada por etapas, minuto a minuto, con un relojito que va exprimiendo la acción. Como un episodio de 24 pero sin armas de fuego ni su despampanante actriz secundaria, vieja conocida. Seguramente debiera haberme leído de nuevo el libro en cuestión y no escribir sólo de lo que me acuerdo, pero no quiero descubrir a estas alturas de la vida que ya no me gusta, con lo feliz que vivo ahora, así que puede que algunas cosas de las que digo, aparte de ser tremendas chorradas más o menos ingeniosas que os harán reír y os harán llorar, pueden ser, tienen toda la pinta de que sean y hasta yo apostaría a que son, incorrectas. Da igual. Da lo mismo. Estoy seguro de que era una auténtica contrarreloj en Nochevieja y que había quien las pasaba canutas. Divertido.

Sin embargo, ahora bien, en otro doren… redon… odren… ¡orden! de cosas, lo mejor del libro, lo que hizo que me lo lleve siempre en el corazón, lo que me saca unas sonrisas las contadas veces que lo recuerdo es ese término inventado, satanarchäolügenialkohöllische originalmente por lo que parece, es la palabrita en cuestión que todas aquellas personas que hayan leído el texto de Michael Ende recordarán. Como he dicho, tengo dudas del argumento, pero por el contrario puedo recitarte Genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso sin miedo a equivocarme ni trabarme cientos de veces seguidas. Del tirón. He crecido con ella. Me la aprendí de niño como cualquier Michael Banks wannabe que camina con un pie en la acera y otro en el asfalto gritando Supercalifragilisticoespialidoso. De hecho me la aprendí supercalifragilísticamente. Una gloriosa expresión esta, que hasta los reptiles hemos tenido infancia.

El significado de tan larga construcción verbal no lo tengo nada claro, ustedes perdonen, caballeros del jurado, sin embargo suena a conjuro de los de verdad, no de los de invocar a los muertos, que al fin y al cabo no tiene gracia alguna más allá de una fiesta con calabazas y chucherías, no. Era algo divertido, como el libro. Os lo recomendaría con sabiduría si recordase exactamente lo que pasaba, corriendo el riesgo de desencantarme de él al descubrir que se queda en el montón de los mediocres, me limitaré a recomendároslo con cariño, ternura e ilusión, que es lo que haría un crío de siete años cuando ve un libro con alochol, magia, demonios y prisas.

Visto en: Colección Barco de Vapor, ¿puede ser?

5 respuestas a «El Ponche de los Deseos»

¿Cómo que a nadie le suena El Ponche de los Deseos? Pedazo de libro que, ahora que lo recomiendas, me volveré a leer. Recuerdo perfectamente el verano en que me lo lei: lo devoré en pocos días y me dejé las últimas páginas para un viaje en autobús de Murcia a Madrid (para terminar el verano por todo lo alto). Lo disfruté enormemente.

Ah, y creo que sí, que me lo lei en la edición de «El Barco de Vapor».

Rikki-tikki-tavi gritando Rikki-tikk-tikki-tikki-tikk! Ese es mi conjuro de la infancia =)

(Y dicho de memoria, por cierto… así que igual me he dejado alguna K)

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