Categorías
Lagarto Pensando en alto

Soy el peor católico en tres buhardillas a la redonda

El título ya afirma que me considero católico, pero esto no es así, no del todo. No tengo una opinión demasiado clara acerca de mi religión. Me bautizaron, a los 7 años tomé la primera comunión (por los regalos) y a los 16 me confirmé (porque a mi hermana le daba palo ir sola). Pero nunca me había molestado, no le daba importancia. Tal vez por estar desde los 8 en colegios de curas terminé aborreciendo todo esto. Pero aún así, no he escogido ninguna de las dos opciones, ser religioso o no, ya no digo practicante, solamente creer o no creer en Dios.

Soy cristiano cuando me conviene, y eso me debe convertir en el peor del mundo. Me acuerdo del Señor cuando las cosas se ponen realmente feas, pero cuando todo va viento en popa prefiero achacárselo a una ficticia buena suerte o a la recompensa de mi esfuerzo, quitando méritos a divinidades. Algo ciertamente egoísta desde un punto de vista cristiano, y algo bochornoso para un no cristiano, ya que culpo a un dios en quien no creo de mis males. Pero no quiero entrar al trapo de si Dios es una entidad a la que culpar porque no lleva las riendas de mi destino, de eso estoy seguro, mi destino me lo curro cada día… y desde hace dos meses, cada tarde y cada noche también. No quiero que se apunte estos tantos.

Categorías
Pensando en alto Tecnología

¿Serán los robots con sentimientos más fáciles de hackear(nos)?

Veréis, no soy ningún experto en robótica, mis conocimientos de ingeniería y electrónica dejan bastante que desear, así que es posible que lo que suelte a partir de aquí no sean más que un gran conjunto de chorradas futuribles de ciencia-ficción.

Hace unos años un amigo y yo quisimos hacer un robot, pero no sabíamos ni por donde empezar ni qué queríamos que el bichejo hiciese, cuando empiezas a programar sabes que lo que hagas, ha de tener un fin. Hacer un programa que haga… Pues con los robots igual.

Ahora que los autómatas humanoides empiezan a no llamarnos tanto la atención, que los empezamos a asimilar fuera de películas del tipo Terminator, me cuestiono su fiabilidad.

Un autómata es una máquina diseñada para facilitar la vida a los humanos pero que requiere de la interacción de éstos, supuestamente un buen robot debería poder escoger, elegir qué acciones hacer en base a lo que esté programado y sus circunstancias. Kevin Mitnick nos enseñó que la forma más rápida y eficaz de obtener cualquier dato (en su caso, hackear) era preguntando por ese dato en persona. Porque una persona es más vulnerable que una máquina y cualquiera que tenga una palabrería ligera o sepa manejar los sentimientos de alguien podrá franquear la razón de éste último y aprovecharse de esta vulnerabilidad, un bug de carne y hueso, vaya. Todos hemos oído hablar de la ingeniería social, ¿no? Bueno, tal vez alguno se escape. Es que es un tema que siempre me ha apasionado.

A raíz de los avances en robótica (y dando por hecho que se cumplirán las tres leyes ficticias y que no serán expuestos a males lógicos como virus, troyanos, gusanos, etc) es fácil pensar que otorgar emociones a una máquina podría ayudar a los humanos, algo así como Tele-amigos (o Twitter), no tengo con quién hablar, pues me compro una Chobit.
Bueno, según la primera ley un robot nunca deberá dañar a un humano. Yo esto lo entiendo como algo físico, no moral, es decir, que su brazo con lanzallamas no se dispare jamás contra una abuelita cruzando la calle.Teniendo claro que lo que nos impulsa a hacer algo grandioso, romántico, crítico o totalmente estúpido en la mayoría de los casos son las emociones -ya que los humanos no estamos programados, disponemos de libre albedrío a no ser que Matrix diga lo contrario- también un robot podría.
Y como tal, un humanoide con sentimientos sería (recordemos los primeros párrafos) una máquina vulnerable. Por la misma regla, un robot suficientemente bien programado podría utilizar esas emociones para vulnerar a un humano y «hackearlo». Sí, resulta estúpido. Pero lo veo factible. No quiero decir que ahora mismo, que apenas pueden subir unos peldaños, podamos hacerlos llorar o que, al contrario, ellos nos hagan llorar a nosotros, o terminemos enamorándonos de sus circuitos, pero ¿y si un bandido al Bender style no está tan lejos?

Visto en: Paranoic bot.

Categorías
Pensando en alto

La paradoja de la cerradura de dos vueltas

La puerta de mi casa tiene una cerradura de dos vueltas. Esto es, cuando abres o cierras tienes que girar la llave dos vueltas completas. Me pregunto, ¿para qué?

A ver, se supone que se dobla el recorrido del pestillo, pero si la quieren echar abajo a golpes lo van a hacer igual, y se supone que si algún experto en reventar cajas fuertes y abrir este tipo de cosas es capaz de moverlo una sola vuelta, la segunda no le costará nada. Entonces, ¿qué sentido tiene el segundo giro? ¿Algún ladrón de guante blanco entre los presentes?

Visto en: Clic, clic.

Categorías
Música Vídeo

Dropkick Murphys, The warrior’s code

Un poquito de ruido no viene nada mal un aburrido domingo por la tarde. Hoy, damas y caballeros, de la manos y voces de uno de mis grupos fetiche (que repite), muy buen exponente del punk celta, El código del guerrero:


Sí, son dos tíos semidesnudos y sudorosos dándose leches, ¿y?

Visto en: Youtube.

Categorías
Lagarto

Esta historia comienza con una camisa

Desde hace tiempo he tenido claro que la Harley Davidson FXSTB (Night Train, de la que ya hablé hace aproximadamente un año) era la moto de mis sueños, la ideal para mí. Una moto oscura, rebelde, individualista. Pero a lo largo de las dos últimas semanas me he ido encontrando con otro vehículo que me ha hecho plantearme si esto es así, una Triumph negra, no sé el modelo exacto, me parece que una Bonneville. Me impresiona, pasa todas las mañanas, a las 12, enfrente de la universidad. Por la tarde me cruzo con un par de Harleys, pero ya no es lo mismo.

The English way

Como soy poco curioso… pues me he estudiado el catálogo de Triumph y he terminado decidiendo que la Scrambler está hecha para mí (para el «yo de ahora»). Más barata (seamos realistas, 20.000€ por una moto es muchísimo, 8.700 es mucho más viable), ideal para ciudad, más alta, más elegante, no sé si más bonita, y lo que más me ha sorprendido de todo, preparada para llevar a dos personas.

Eso era algo que no me preocupaba lo más mínimo, mi visión era: la moto, kilómetros, melena y yo. Clásica imagen de rider, vaya. Ahora me gusta imaginar la escena un poco más humana, la moto, kilómetros, melena, y una chica que se sujeta apretando sus brazos contra mí.

Y ahí es donde la Triumph entra de lleno. Haciéndome ver que varias cosas que daba por hecho y que pensaba idóneas para mí empiezan a tornarse de color grisáceo, estoy cambiando demasiado, me asusta.

Lo peor es que ya hay una parte de esta historia que está a punto de alcanzar el negro.

Visto en: Cómo conocí a vuestra madre.