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Pensando en alto Tecnología

Del abaratamiento de la presencia en internet

Antes decían que para ser alguien en el mundo tu empresa tenía que estar en internet. Con todas las de la leí, «www.griferias-rodriguez-fernandez-e-hijos.es». Con la arroba que daba vueltas enganchada a un mailto que terminaba en @hotmail.com. Nadie sabe muy bien qué ofrecían esas páginas que nunca se actualizaban, a veces ni siquiera contaban con dominio propio. Aquellas webs, realizadas por los sobrinos del gerente (quien tenía la oficina en un garage) y se firmaban como Webmaster Juanito pasaron a mejor vida no hace tanto tiempo.

Algunos pensarán que esto es normal en caso de las PYMES de provincias, porque puedes comprar un tubo de escape de un Ford a una tienda diminuta de Pennsylvania con un coste de envío considerable pero una tienda de pomos de puertas de por aquí te hace llamarles por teléfono y pasarte por allí con un coste de paciencia considerable. Llamadme raro, pero yo, un tipo que ahora mismo lleva una camita de amplificadores Marshall y unos vaqueros de Springfield que se pondrá una camiseta de Veranoski para dormir, he cambiado más pomos que piezas de coches. Pero no, las grandes marcas estaban igual. De hecho Zara ha estrenado su tienda online ahora, hace unas semanitas.

Pero, ¿qué pasa con los que no quieren vender, los que siguen buscando únicamente dejar su huellita en la red, los que querían un dominio temporal (como las películas)? Éste último caso siempre me ha gustado por lo tonto que resultaba, cualquier película chorra sobre la que se hablará escasamente la semana de su estreno y la siguiente, sacaban el cartel y ponían debajo, «www.la-gran-pelicula-chorra-del-2005.es». Y entrabas, y había un tráiler (época pre-Youtube), un parrafito que derivará en la sinopsis del reverso de la cajita del DVD y nada más. Hale, un dominio a la basura por no poner «www.nombre-de-la-distribuidora/la-gran-pelicula-chorra-del-2005». Que son unos eurillos que se meten los de márqueting, no por el dominio, sino por el tinglado de mantener eso, el ancho de banda que consumía el vídeo, por ejemplo. Fácilmente podía contar con un presupuesto de un par de miles de euros, sólo para esa chorrada, el .es, .fr, .co.uk…

Pero entonces la cosa giró y llegó lo social. Y arrasó, y la gitanada de «www.servidor-gratuito.com/webs-cutres/la-empresa-de-mi-tio» pasó a ser la gitanada de «www.facebook.com/adidasoriginals». ¿Y qué pasa? Que Adidas parece molona, que esa URL aparece encima de la web corporativa (oficial) de la marca alemana y ofrece seguramente la misma información más la que añaden los usuarios que la página web propia de la empresa por un coste ridículo. Casi despreciable porque el sueldo del becario que lleva esa web lo paga Adidas más el resto de empresas cuyas páginas de fans y canales de twitters maneja al mismo tiempo durante 12 horas al día. Nada de malgastar ancho de banda con vídeos, de pagar dominios para cada sección, de subir imágenes de 3000 píxeles de ancho que luego se reescalan a machete con los parámetros de la etiqueta img a 350. Todos ganamos, supongo. Está claro que las páginas amarillas desaparecerán para dejar hueco a este nuevo directorio de empresas que trabaja tanto a nivel local como mundial.

Y ya nadie es cutre. Ya no hay fondos horteras en páginas de Hispavista con publicidad.

Visto en: Réquiem por un «Community Manager» que conocí el otro día en un foro presencial con Martin Varsavsky, importante que se vuelve uno con los años.