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Lagarto

Mac

Antes de que huyáis despavoridos y saquéis vuestras espadas binarias, no es un post sobre nada relacionado con la tecnología, ni con manzanas mordidas. Es un post sobre una chica: Mac. ¿Su nombre de verdad? Ni idea, no lo recuerdo, para mí, para nosotros, siempre fue Mac.

No trabajaba en la Hamburger University, como he dicho, no era nada relacionado con Apple, sino que, bueno, tenía un busto generoso y nosotros 16 ó 17 años. Ah, casi lo olvido. En efecto, porque podía ser Tetillas Larue o Bustín Sinclair, pero me advirtieron de que ella era Mac, Pechitos MacTetis o, como digo, simplemente Mac. Herencia de Max Power. No sé si ella estuvo al corriente alguna vez de este sobrenombre clandestino, era la novia de un compañero de clase, novia a esas edades, de las de un par de meses, él no llegó a enterarse (pensamos) de que nos referíamos a ella con todo eso de «Mac» así que creímos jugar sobre seguro. Nos partíamos de risa, como tontos, sí. Una pena, al fin y al cabo parecía una chica bastante agradable y cuyo único recuerdo que mantenía era el de sus pechos.

Desde hace unas semanas me la estoy encontrando en el bus y lo triste es que me costó darme cuenta de que se trataba de ella porque, al menos ahora, sus tetas no son tan llamativas. Siendo sinceros, seguramente antes tampoco lo fueran pero yo ya tenía metido en la cabeza que aquello era grande, pura sugestión. Y ahora, si no llega a ser porque suele trasportar un violoncello y es una caja ciertamente aparatosa, ni me hubiera fijado. La caída de un mito. Igual que cuando eres pequeño y te llevan de excursión a un lugar que te advierten de que está tremendamente alto y te cuesta subir pero cuando vuelves unos años después descubres que apenas son cuatro escalones mal contados. Y puedes decir, ojo, que al ser un niño todo parece mayor de lo que es, más peligroso, pero en este caso, ¿qué, acaso puedo culparla de tener una talla normal y no alarmantemente grande como pensaba desde hacía tiempo? Demasiado ruin. Porque la chica es normal, si me apuras, de la parte alta del montón, es guapilla aunque no deslumbre y delgadita, si sumamos que parece educada, lo de la música clásica (suponemos, quién sabe si luego sale versionando a Metallica con partituras de Apocalyptica) y tiene pinta de formal, no cabe duda de que para muchos sea la chica ideal, mejor de lo que realmente pueden conseguir si son tan cabrones como yo por escribir una entrada como esta.

En definitiva, no tengo a quién, ni por qué quejarme, pero comprendedme. He vivido con la idea de que Mac -jiji- tenía un busto más grande que las demás y ahora, pum, la dura realidad me enseña que sus medidas son más contenidas de lo que yo quería recordar. No sé, es como si aquél chaval que siempre fue el bajito de la clase de repente me sacara una cabeza o como si la chica avispada aunque algo pija que iba bien en deportes y tras de la cual muchos babeaban (qué carajo, a ratos hasta yo) termine con un perdonavidas del tres al cuarto. Pero bueno, esto último ya es otra historia, de las de hechos reales, bostezos, manta, Antena 3 y tal.

Buenas noches.

Visto en: Línea 5.

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Jajajás

Joder, pues sí que…

Tiene cojones la cosa

Visto en: Marvel y otras expresiones

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¿Cómo hago para...? Pensando en alto Tecnología Vídeo

Dos chuminadas que me gustaría tener en el navegador

Damos por sentado que un ordenador sin conexión a internet sólo sirve para trabajar sin distracciones. La mayoría de la actividad que se realiza en internet suele llevarse a cabo mediante un navegador web, una herramienta básica que encontramos en muchos dispositivos y que, en mi caso, me da de comer (y pese a que me pagan una basura debería comer menos, o mejor).

El ritmo de actualización de los navegadores asusta, cada dos por tres aparecen cualidades nuevas que ofrecen servicios interesantes. Aún así hay un par de cosas que llevo mucho tiempo queriendo ver y de las cuales no tengo noticias. A ver si alguna de esas personas que se dedica al desarrollo del software me las plagia y las introduce como extensión o… bueno, me animaré a ser yo esa persona.

Historial de búsquedas independientes para cada página

Cuando realizamos una búsqueda dentro de una página, no me refiero a un buscador de calidad contrastada como Altavista, quiero decir a buscar algo dentro de una página concreta se nos resalta el texto que coincide con la cadena de búsqueda y saltamos a la siguiente coincidencia con un intro. Si abrimos una nueva pestaña y realizamos otra búsqueda en otra página diferente se abrirá la misma cajita de búsqueda (con el texto anterior) y perderemos la búsqueda original, me explico, si volvemos a la pestaña primera y volvemos a buscar, la caja de texto contendrá la cadena de la segunda búsqueda. Mi petición no es más que un historial de búsquedas que relacione una URL con una serie de cadenas y que al llegar a esa página se compruebe si previamente se ha realizado una búsqueda allí o no, si existen datos, se carga la caja de búsqueda con el texto correspondiente (que será el almacenado en ese historial a modo de diminuta base de datos que guarda los términos buscados en cada web) y si esa página no se encuentra en esta relación de páginas y términos de búsqueda, se muestra la caja en blanco.

Bola extra. En muchas ocasiones lo que buscamos no es texto plano, sino un enlace (a una página o un fichero), ¿por qué no seguir ese enlace desde ahí? Es decir, realizas la búsqueda, el navegador te resalta el resultado, ejecutas un atajo de teclado y simulas el evento onClick y te ahorras el desplazamiento del cursor hasta el objetivo resaltado y el mencionado clic.

Un ejemplo aclaratorio: quiero ver un episodio de South Park. Enciendo el portátil y abro mi navegador favorito (en mi caso, Google Chrome), carga la aplicación y con CMD+L, Control en sistemas no OS X, me sitúo en la barra de direcciones, pulso la tecla S y automáticamente se carga como destino seriesyonkis.com, intro, carga la web, CMD+F para buscar, escribo S porque es el título de la serie y aparece autocompletado con el último resultado almacenado para esa página que empezara con esa letra (imaginemos, Sherlock) y debajo las otras opciones, otros resultados anteriores que comienzan por la misma letra (supongamos, Star Trek, Sons of Anarchy y South Park, al escribir la siguiente, la O, se quedan en dos, (Sons of Anarchy y South Park), seguimos con una U y el autocompletado cambia a South Park, bingo, hacemos CMD+Intro (por ejemplo) y se seguiría el enlace a la página de episodios de South Park en una pestaña nueva. No hemos necesitado el ratón y toda la operación no nos ha llevado má de unos segundos.

Ahora suponed que en lugar de una serie de dibujos buscamos un PDF en una lista interminable de una página de la administración correspondiente. Exacto, más cómodo.

Reproducciones dependientes del foco y controles por pestaña

Siguiendo con el ejemplo del episodio de dibujos animados, imaginad que lo estáis viendo pero, por lo que sea, necesitáis acceder al escritorio, a una carpeta del disco duro o a otra página de internet en medio de su reproducción, pues no costaría gran cosa que al perder el foco del reproductor de vídeos (esto es, al dejar esa pestaña en segundo plano) se interrumpa hasta que volvamos a mostrar interés por ella devolviéndole el foco (colocándola en primer plano). No tendría sentido en servicios musicales como Grooveshark, Goear o incluso Youtube, pero por eso podría configurarse. Ni hablar de lo bien que vendría para pausar con un simple cambio de aplicación o de pestaña cualquier juego ejecutado en el navegador en horas de estudio o de oficina. Guiño, guiño.

Bonus track. No hay cosa que más nos joda que una página con música. Bueno, sólo una, una página con música donde no encontramos el botón con el altavoz tachado. Me parece deleznable que, aparte del susto que me llevo al descubrir que hay una mierda desconocida sonando, me obligue a pulsar mi botón de silenciar el equipo (y por tanto mi música) hasta que doy con la ubicación de ese botón en Flash. ¿Solución? Ofrecer controles para activar o desactivar los sonidos y los vídeos a nivel de pestaña desde el navegador. Mostrar debajo de la barra de marcadores o de dirección un mensaje como «[X roja] La página actual intenta reproducir sonidos, ¿desea activarlos? [Botón Sí] [Botón No] [Botón Nunca en esta web]» y Santas Pascuas. Adiós a los bolos que se caen, las alarmantes bienvenidas a ofertas que están en el pie de la página y cuando accedes ni siquiera las ves, pero ya te hablan. Confieso que esta funcionalidad esperaba verla ahora que los navegadores interpretan las etiquetas audio y video pero son elementos que se escapan del HTML comprendo que a los anunciantes no les haga ni pizca de gracia y sólo eso ya me da la razón en mi petición.

Y ahí dejo mis ideas, no os servirán para montar un imperio si las lleváis a cabo, pero harían de internet un lugar todavía mejor y no os costarían más que algunos de los productos que San Pancracio ofrece para que me compréis en Amazon. Que sois unos bandidos agarrados.

Visto en: Y quiero…

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Lagarto

Hidroavión

Permitidme una confesión, siempre he tenido el sueño húmedo de poseer mi propio hidroavión. No es un tema de conversación muy frecuente, la verdad. Así como cada dos por tres todos tenemos alguna charla sobre coches, pocos hablan de otros métodos de transporte más estrambóticos, «Oh, ya es el cuarto hovercraft que compro, el último no salió muy bueno, la verdad». Pajas mentales de nuevos ricos que no lucen junto a la cafetera de una consultoría.

Me considero un aficionado al motor, incondicional de Clarkson, Hammond y May, pero no un loco de la velocidad ni de la competición (sí, en cambio, de la potencia, que no es lo mismo) y capaz de presentarse con un cándido «Buenas, yo Adrián, encantado. Vivo enamorado del Jaguar XK, esencialmente un V8 dentro de un DB7, rugidos de delicadeza británica». Un encanto de chaval, no os hagáis los sorprendidos. De esa maravilla de la ingeniería y el diseño industrial me separan unos 100.00€ y, obviamente, sin AdSense, me lo tuve que quitar de la cabeza. Y tal. Ahora bien, es un coche, ya sabéis que no soy nada amigo de los vehículos destinados a aparentar. Con los pies en la tierra, lo más cerca que estoy de cualquiera de estas máquinas de sed insaciable es un Fiat Punto compartido con más miembros de la familia, y antes de siquiera barajar la opción de comprar un coche me sacaría el carnet de moto. Pero en fin, todo son supuestos con ceros y el dibujo ese de la esquina inferior derecha de la E de tu teclado.

Un hidroavión. No tengo ni idea de aeronáutica, no sé qué es un Harrier ni cómo se activan los flops (pieza pivotante de las alas), no lo hago por una fantasía sexual con azafatas (no del todo) sino que, desde crío, este vehículo me encandiló, y hasta hoy. El punto más fuerte de este futuro frustrado capricho lo tuve, irremediablemente, cuando jugaba a GTA Vice City. Recordaréis que había un hidroavión bastante práctico amarrado a la parte trasera del estudio de cine porno. Y hablando de videojuegos, como no me atrae combatir con un Eurofighter ni revivir hazañas bélicas de la Segunda Guerra Mundial haciéndome pasar por kamikaze, en la vida me he molestado en instalar un simulador de vuelo, porque yo no quiero pilotar un 737. No, en absoluto, eso lo dejo en mano de los enfermos de la aviación que, sin duda, lo disfrutarán mucho más. Yo soy un caprichitos y lo que quiero es un hidroavión.

Hidroavión construido con piezas de Lego

Insisto en que no sé de dónde me viene esto, nunca he querido ser piloto, nunca he visto Top Gun y aunque he estado en un par de cabinas de aviones, me parece un mundo aburrido y cuya supuesta fascinación viene marcada exclusivamente por su demostrada exclusividad. Del mismo modo que nos hacen creer que las chicas adoran a los neurocirujanos por el mero motivo de que dicen escasear, a la gente nos deben atraer los aviones porque pilotarlos es un derecho reservado a la élite, cuando realmente está reservado a la gente con dinero, como los equipos de fútbol de la Premier. Rarezas, deben ser los rizos, ignorad mis comentarios que dicen que es más llamativo un helicóptero que un avión de uso comercial, por muy grande que éste sea.

Además, como estas cosas las deseo y anhelo pero no me obsesionan, puedo esperar a firmar el contrato de mi casa junto al lago donde poder dejar dormir al pájaro.

Visto en: Aventureros del aire, The Expendables, 7 días y 6 noches…

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Pensando en alto

The sunny Spain

Los americanos son gordos, los mexicanos vagos, los franceses son… ¡franceses! Y aunque Estados Unidos tenga un problema de sobrepeso con su población, todos conozcamos a alguien que ha estado en México y se ha quejado de la tardanza al ser servido en su fortificado hotel manejado por un narco en secreto y Francia esté, irremediablemente, llena de franceses, sabemos que no son más que estereotipos. Como que los andaluces no saben leer cuando realmente lo que no saben es sumar (perdonadme esta, por favor, piedad os pido).

Hace exactamente cinco meses y algo, esa es toda la exactitud que puedo ofrecer, ya tuve intención y ganas de escribir esta maravillosa entrada que se os quedará grabada en vuestras limitadas memorias, que, si bien, no sabéis qué comisteis hace tres días pero recordaréis los nombres de los personajes secundarios de Perdidos o en qué nivel evolucionaba Charmander. Esta es una entrada sobre guiris. «Guiri», esa palabra que no podía ser de otro vocabulario que no fuera el español y que únicamente se encuentra en la Wikipedia inglesa, para que vengan aleccionados. Guiri, un término despectivo con el que nos referimos a las personas que mantienen viva la economía de este puto país. «Qué bien, los benditos alemanes consumiendo cerveza a galones y pagándola sin rechistar». No. «Ya están los putos guiris ensuciándonos la calle y haciendo ruido». Que cuidado, aquí somos todos muy cívicos y tiramos el envoltorio de los chiles a la papelera, no gritamos salvo que haya peligro de que un conductor distraído atropelle a una viejecita y jamás se nos ocurriría fumar cerca de alguien a quien ese humo le pueda molestar. En qué cabeza cabe, estas salvajes alimañas que vienen a beber y a follar. Ya tendría que preguntarles cómo. Guiris. Ahí lo dejo, un comentario más desde mi humilde posición de persona con boina, camisa blanca medio desabrochada, pantalones de pana, mirada desafiante de cagueta bocazas y mondadientes en la boca que no quita sus ojos de los muslos de las visitantes escondidas tras enormes gafas de Prada. Ese show rústico.

Turistas tomando el sol en una playa, no, no es una excusa para poner un culo

Hace cinco meses, como decía, me crucé con un grupo de estudiantes de intercambio que estaban esperando para entraren un museo bolsas de Zara en mano. Estaba cayendo un chaparrón del quince y hacía un viento helador, obviamente, no olvidemos que era invierno en una ciudad que, de por sí, suele ser bastante fría (y no sólo me refiero a sus habitantes). Uy, perdón. Ya que Pucela, por ejemplo, está más cerca de París que de Marrakech. Uno de los chavales, vistiendo una camiseta de baloncesto y en pantalones cortos, cobijado bajo el paraguas de una compañera, preguntó -gritando y molesto- a su profesor, «So… this… is the sunny Spain?».

No cabe duda de que «país con clima templado» no es más que un eufemismo de «país asombrosamente frío». Pero de ahí a pensar que la zona mediterránea (donde ese chaval no estaba) iba a ser en enero, una postal veraniega de arena, mar, jóvenes en bañador y alegres chicas morenas jugando al volley-playa mientras un Golden Retriever alcanza al vuelo un desgastado frisbee, apaga, que nos vamos.

Me ha vuelto a suceder en Semana Santa cuando el Ayuntamiento tuvo que reaccionar recordando la inmensa oferta cultural (y es cierto que existe en la ciudad) más allá de las procesiones intentando que los turistas que se habían desplazados por las esculturas se quedasen por la arquitectura, los museos o la comida. Hasta donde sé la jugada no le salió del todo mal y os aseguro que de turismo en Valladolid sé un rato largo. Lo que ocurrió en esta situación, más cercana en el tiempo que las pasadas fechas navideñas, fue que una familia bastante grande, padres más cuatro chavales, cada uno en su correspondiente bicicleta pública, se apresuraba a volver al hotel mientras comentaba que nadie les avisó de que el tiempo fuera tan malo. A veces me sorprendo de lo cotilla que soy, pero es que ahora me sorprendo de lo cotilla que soy, ¡en inglés! Me he convertido en un auténtico George Xavier de la life. Algo que no pega nada con mi recién descubierto parecido, el del hijo de un rey ficticio. Tengo que empezar a ver esa serie.

Turista feliz fotografiando bajo la lluvia

En definitiva, que me voy por las ramas cual homínido wannabe, me llama la atención que de verdad la gente se sorprenda de que en invierno y en una mala semana de primavera nos caiga lluvia a mares, haga frío, se levante viento, las parejas acarameladas se acurruquen en los portales. Ni idea de qué carajo hace eso último aquí, pero bueno. Sí, esta es la España soleada, la de la sangría (que no hay quien la beba) y la de las playas abarrotadas por mujeres de bañadores de colores y sombreros de flores. Pero si bien la lluvia en Sevilla es una maravilla (menos de marzo a junio, que para ellos es una putada) la lluvia en otros puntos puede llegar a ser una tónica habitual. Y tan ricamente, por mi parte.

Visto en: Calle Santiago y Acera del Paseo de Recoletos.