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Lagarto

‘El Cigarro’

No sé muy bien si es que se me va la cabeza o realmente todo esto tiene sentido. Os sitúo. Hace unas semanas iba por la calle, en coche, y me dispuse a aparcar. A mi lado caminaba un chico que se quedó mirando. Personalmente me pone nervioso que la gente se quede mirando cómo maniobro, creo que lo hago razonablemente bien, pero me crea esa sensación incómoda comparable a eso que sentimos cuando alguien intenta leer las hojas del periódico por encima tuyo en el autobús. En fin, supuse que sólo se quería entretener durante el paseo cuestionando mi manera de introducir el coche. Pero me miraba fijamente, y feliz, me pareció que estaba más pendiente de mí que de si golpeaba al vehículo de atrás. Cuando terminé ya estaba lejos, fue un medio minuto incómodo.

Tu mente empieza a engranar, te quedas literalmente con cara de tonto durante unos instantes y te convences de que ese tío te suena de algo.

Esta misma mañana, también en coche, con lluvia, volviendo a casa, me ha tocado esperar en un semáforo, el primero de la fila. Es un semáforo largo porque tiene mucho tránsito peatonal, así que tocaba ver cruzar a todos los pobres que corrían bajo sus paraguas. En esta entretenida actividad me veía envuelto, riéndome de la mentira radiofónica de «45 minutos de música sin interrupciones» al ver que cada canción cortan para repetir el mensaje, y aparece él. Estaba lloviendo, iba con un chubasquero y apenas se le podía reconocer, pero no sólo sospechaba que era él sino que se me quedó mirando unos segundos con cara seria para al final sonreír y saludarme. Yo continuaba con mis dudas, ¿y quién cojones es este simpático tío? Andaba ya bastante mosqueado, cada vez estaba más seguro de que nos conocíamos, pero es que no tenía ni puta idea.

Finalmente, esta tarde, absorto y aburrillido en un día perro, perro, sentado frente al ordenador esperando a que un ficticio jugador de poker se decidiera, levanté la vista y me crucé con una foto. Es una de esas instantáneas que no sabes ni quién hizo ni cómo has llegado a tener. Pero que está ahí y ves a diario sin percatarte de lo que hay dentro. Es una foto donde salimos todos los de clase, de críos, sentaditos y parcialmente formales. No sé, calculo que debe ser de hace diez años, tal vez más. Y sí, una mirada fugaz y zas, ahí estaba él, ‘El Cigarro’. Tiene la misma cara que entonces. Y el mismo cuerpo rechonchito (ya sabéis, con lo de los gordos se utilizan diminutivos).

Este chico era ese amigo del alma que dura seis meses. Contados. Fuimos amiguitos, compartimos algunos videjouegos y no recuerdo que tuviésemos aficiones comunes, pero realmente no necesitábamos más que «Aquella niña me cae mal», «A mí también». No sé, me parece increíble que después de tantísimos años sin vernos sea capaz de reconocerme, yo sí he cambiado. La verdad es que siempre tuvo una memoria fotográfica acojonante, era un estudiante malo (incluso en primaria) porque nunca se esforzaba por nada, pero podía memorizar cualquier cosa y detallarla después. Enfrente del colegio había un parking y de un vistazo sabía dónde estaba cada coche y de los padres de qué alumno era cada coche, sabía las matrículas, modelo, marca… Era una especie de genio terrorífico. No fumaba, no a esa edad, y aunque nos distanciamos muchos y ahora no soy capaz de recordar su nombre, nunca le vi fumando. Le llamaban así por el segundo apellido, Cigarra, como el bichito de la fábula.

No sé, es muy raro. Es una persona a la que ni me cruzo desde hace prácticamente una década y ahora, sin Tuenti ni Facebook, reaparece como si nada. Inquietante. Espero que no me esté confundiendo y resulte ser un acosador o un asesino ex-soviético, simpático, sí, pero letal. La próxima vez intentaré ser igual de cordial, por si las moscas.

Visto en: 3º de Primaria.

4 respuestas a «‘El Cigarro’»

Es verdad, a veces parece que el pasado de repente te persigue. Una persona, o una canción, o lo que sea, que hacía siglos que no aparecía en tu vida, de repente se presenta y te persigue donde quiera que vayas. A mí también me ha pasado unas cuantas veces y suele acabar tan rápido como empezó. Aún te lo encontrarás unas cuantas veces más, o bien desaparecerá por completo indefinidamente.

Es un tema curioso.

A mi me pasó con un tipo algo parecido, de que me sonaba un montón y al final le puse cara. Luego me lo crucé una vez y pude hablar con él y me di cuenta de que me había equivocado por completo de persona. Pero absolutamente nada que ver. Tiempo después vi a la persona con quien le había confundido y descubrí que no se parecían en nada. Vamos, genial.

Tu historia es más entrañable.

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