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Vinilos y surcos mentales

Desde hace semanas estoy realmente obsesionado con el trabajo de Dieter Rams y la culpa es de las entrevistas a Erik Spiekermann y la trilogía filmográfica firmada por Gary Hustwit (mientras espero que alguien suba a Demonoid el último tercio). Yo antes era una persona normal, pijotera, pero normal. De esas películas, el documental sobre Helvetica está sorprendentemente bien, la de diseño industrial comienza bien, con Rams, quien ya conocía de oídas gracias al tipógrafo ahí enlazado cuyo trabajo me ha tocado seguir y quien se declaraba fan del diseñador de Braun, y continúa ojeando por encima el trabajo de su heredero natural Jonathan Ive. Bueno, si os interesa, comprad el DVD (NANA NANA, NANA NANA, ¡BATMAN!).

Braun es una empresa que, para mí, siempre había pasado desapercibida. Sus afeitadoras me parecen (sin haberlas probado, lo que es un juicio completamente injusto) una serie B comparadas con las de Phillips. Lo poco que recuerdo son batidoras y tostadoras, nada que llame mi atención. Cuando me comencé a sumergir en el mundo de Dieter Rams (quien diseñó una serie de productos para la marca alemana en los 60 y 70 y que hoy en día sigue permitiéndose el dudosos lujo de llevar pantalones cortos y americana) me encontré con uno de los artilugios musicales más bonitos y llamativos que jamás podría haber imaginado, un tocadiscos, o giradiscos, o plato o como prefiráis llamarlo ahora. Este de la imagen es un ejemplo de uno de los modelos más sencillos del catálogo que nos dejó en herencia bajo la patente de Braun.

No es mi favorito, podemos encontrar algunos de ellos en el Tumblr que le han montado (no todo son gatitos ni líderes coreano en ese portal, afortunadamente) y me encantan. Tanto como para haber buscado ya algún modelo asequible de segunda mano. Releed la frase anterior, omitid lo de asequible, continuad con el post. Lo retro se paga mejor que lo nuevo a estrenar, tanto es así que el iPod de 30GB cuya pantalla tiene unos arañazos y la clavija del Jack sigue estropeada va a serme más rentable que un plan de pensiones. Calculo que en 2030 lo podré vender por medio millón de gigaeurólares. Recuerdo con cariño el episodio de Cowboy Bebop en el que se las ven y se las desean para encontrar un reproductor de vídeo Beta, Habla como un niño.

Este año no he escrito lista, no hace falta, no dejo de pedir, soy el capitalismo personificado. No compro nada por motivos meramente económicos, no si me hace falta o no, simplemente porque no lo puedo pagar. Pero joder, os aseguro que, de ser rico, no sería uno de esos horteras que se compran un Hummer y camisas de firmas exclusivas que no saben conjuntar. Sería de agradecer.

¿Y a qué viene esta paranoia sonora aderezada con una pequeña introducción al diseño industrial? Simple. Me he encontrado por ahí a la venta en una tienda con el vinilo de Band of Joy, junto con unas reediciones de Metallica, he recordado la colección de mi padre (las discografías completas de King Crimson, Led Zeppelin, Pink Floyd… ahm… Emerson, Lake & Palmer, Yes, por supuesto, algo suelto de Simon & Garfunkel… Deep Purple… joder, así he salido yo, ya sabéis). Y la música digitalizada está bien, un .mp3 guarro o los 256kbps de Spotify Premium en el bus que pagas religiosamente profeses la religión que sea. Es muy cómodo, no tienes que pensar en qué disco está grabado tal o cual tema o si era de este o aquél artista porque, en la mayoría de los casos, buscas la canción y ahí está, inmediatamente, como magia. Y joder, está genial, es un puto inventazo, inapelable.

Ahora. Llegas a casa, ¿vale? A tu casa, tú solo, o mejor, te espera tu pareja que ha salido algo antes que de costumbre o no ha pillado tanto tráfico. Y vas a la estantería, selecciones con precisión el vinilo que contiene los singles de Gorillaz, pinchas la aguja, suena ese característico «Gsh…», giras la ruleta del amplificador y vas a la cocina, preparas algo fácil de cena al ritmo que marca el ex-componente de los grandes The Clash que acompañan al de Blur. Tu novia [imaginaria] sonríe con ese «I’m happy!». Y sí, sería prácticamente igual si conectásemos nuestro teléfono súperinteligente a un altavoz o una microcadena. Pero es que toca cenar y coges dos putas velas y regulas la intesidad de la luz y suena una una guitarra con acordes de sobra conocidos y es ella quien se lanza con «Di, diriririri, and here’s to you, Mrs. Robinson!» cuando tú aún estás bajando la tapa del plato y le devuelves la sonrisa que antes te había regalado. Giras el dial para bajar el volumen sintiéndote el mejor pincha de la historia de la música popular y cuando te quieres dar cuenta el condor ha pasado y estás disfrutando del puto mejor risotto que jamás hubieras imaginado siquiera degustar. ¡Joder!

Visto en: Fantasías de aguja con punta de diamante.

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Música Pensando en alto

Publicidad de Amazon y su enfoque germano musical

A todos nos gusta recibir un mensaje, es una señal inequívoca de que alguien, desde un punto concreto del globo, lejos o cerca, se ha acordado de nosotros. Nos da igual si es un SMS, un correo electrónico, algo tan impersonal como la publicidad, lo que sea, nos hace cierta ilusión, salvo facturas (que sí tengo), multas (sigo limpio y me enorgullece), órdenes de alejamiento o papeleos del juicio al respecto.

Dentro del apartado de la publicidad y el SPAM permitido quiero identificar dos corrientes, la publicidad electrónica de Amazon: anuncios frecuentes y personificados con los resultados de búsqueda y las últimas compras y, en la esquina contraria con calzón rojo y botas blancas, Thomann. ¿Que qué es Thomann? Ay, dulce infante mental que lleva camino de protagonizar un especial de retrasados en Jersey Shore, Musikhaus Thomann es una tienda alemana (de Alemania, que está en Europa) especializada en productos, servicios, soluciones y parafernalia musical. Como un Leroy Merlin pero con cuerdas, micrófonos, pianos de cola y sintetizadores en lugar de tuercas, listones, cola de carpintero y retretes. Ah, y sin fantasías sexuales en la sección de jacuzzis, joder, ¿quién no se ha imaginado en uno de esos en su casa? Das tres pasos al rededor de uno y te convences de que «Si muevo ese armario creo que cabe».

Para que os hagáis una idea, una persona mira precios en Thomann, revisa los análisis y reviews en Amazon, compara y compra donde le parece mejor en base a las condiciones. Cierto que Amazon nació como una librería, pero si venden guitarras, pues se compran ahí (como fue mi caso) aunque el resto de instrumentos (cables, amplificador, funda y hasta púa) las pidiera a Thomann, hecho que originó una graciosa situación en la que me encontré antes con ampli que con instrumento. En fin. A lo que vamos. Publicidad.

Como decía, a todos nos ilusiona recibir una carta, sobretodo si es de alguien que no esperas porque viene de muy lejos (a no ser que vivas en Baviera). Thomann, una empresa cuya buena parte de sus ingresos se generan a través de su web, envía cartas. Sï, sí, cartas. Un trocito (grande) de papel con fotos, colores, precios, letras, todo. Un anuncio enterito, desde Alemania y en castellano. Chúpate esa, coyote espacial. ¿Qué indica esto? Atención. Quiero decir, el trabajo que leva por debajo Amazon para automatizar todos sus correos es asombroso, un día te aburres mirando bombillas y la mañana siguiente tienes una relación de modelos y libras ordenados por los más vendidos en tu bandeja de entrada. Hay muchísimo curro ahí. ¿Problema? Que realmente ni te interesaba lo que estabas buscando y sabes que lo vas a borrar nada más abrirlo, que joder, lo abres por compromiso. En cambio, una vez cada dos o tres meses abres el buzón (el de verdad) y ves ese sobre gordote, no vas a comprar una Gibson SG ni un teclado KORG preprogramado, ni siquiera piensas realmente en hacerte con un Hammond aunque babees cada vez que ves una réplica, pero sonríes. Y lo más importante, realmente lo miras, ¿por qué? Porque lo tienes ahí de verdad, no en una pantalla, sino en la mano, mientras subes unos escalones, mientras coges agua en la cocina, te tumbas en el sofá o vas a tu cuarto a dejarlo en una mesa hasta que lo tires a la basura dos días después.

Seamos francos, hay más probabilidades de comprar bombillas a una tienda británica mediante Amazon (que puedes encontrar en la tienda de electricidad de ahí al lado) que pedir a Alemania un cable de medio metro que sea macho-macho 3.5mm (que puedes encontrar en Media Markt). ¿Es esa la función de la publicidad? En parte, pero no la principal, lo que importa es que si un amigo te viene preguntando por tu guitarra o por el amplificador digas «La Les Paul la compré en Amazon porque en Thomann no tenían este modelo [¡es una edición limitada!], pero si has dicho que quieres una Stratocaster normalita no tendrás problema». Ahí está la preferencia. Y ahí está su labor. Probablemente ni me acordase de dónde había comprado cada cosa, el mundo de los instrumentos musicales es muy limitado en comparación con… todo, que es lo que ofrece Amazon, en cambio una carta con los precios actualizados de lo más vendido consigue mantener en la brecha su magníficamente pensado modelo de distribución y publicidad (y que en un caso muy gafe cambiarán en breve para ridiculizarme). Yo les aplaudo.

No sé si a vosotros también, pero tanto hablar de tiendas y productos me ha recordado una cosa. Veréis, como viene siendo habitual desde hace casi 23 años, el 30 de septiembre, oh, casualidades de la vida, también celebro mi cumpleaños. Sí, gracias a todos, sois unos cielos. Y bueno, qué os voy a contar, soy un puto caprichitos y en esta ocasión, alcanzando el número de Jordan, no iba a ser menos. Sé que os alegráis de que cumpla esa edad, no todos llegan, preguntad en Somalia (¡Alerta! ¡Buenrollista por estribor!). Así pues, ahm, sin querer influir sobre nadie por si ya había pensado algo, sé que me gustaría esta camiseta, sacada de esta enorme lista que os enlazo por si queréis miraros alguna y con la que celebraría mi reciente adscripción al mundo del Dr. Who (he empezado a ver la serie original de 1963, eso sí deberíais premiarlo y no decir alegremente que Perdidos es la mejor serie de la historia cuando descaradamente no lo es). Por dios, dejad de tirarme cuchillos. Y eso sin olvidar la lista de Amazon que queda permanentemente expuesta abajo en la que se aloja ropa, juguetes y otros artefactos que, si bien no me harán mucho más feliz (porque llevo una temporada en la que la apatía se ha apoderado de mi ser y mis ahorros) sí que me alegraría momentáneamente, ¿y acaso eso no es suficiente? Para que veáis lo exquisito que soy, buenhacedor y maravillosos compañero os regalo, yo a vosotros, la idea de crear una hoja de cálculo en Google Docs compartida entre vosotros de manera que podáis repartir entre todos sin problemas quién me compra qué sin pisaros los unos a los otros (que para eso se creó el servicio de ofimática en línea). ¿Cómo? ¿Que cuánta caradura? Pues sí, nos ha jodido mayo con las flores y agosto con el calor. Buenas tardes y recordad lo de Thomann.

VIsto en: Te queremos, Paypal.

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Cine y TV Música Pensando en alto

Scummy Man, lanzad rosas a Alex Turner cuando caiga el Sol

Permitid, por favor os lo pido, que os dé un poco más el coñazo musical. Qué cojones, nadie os obliga a leer esto, así que si estáis aquí es porque quereis (que sí, que vuestras familias están bien, pronto recibiréis una prueba de vida). I wanna rock ‘n’ roll, brick by brick.

Alex Turner no pasará a la historia como el mejor cantante, ni como el mejor guitarrista (que fue antes que cantante, por cierto), pero no me cabe dudad de que se escribirán aún más historias de su genialidad y sus vaqueros de talla de niña. Se sabe en ese Olimpo al que tan pocos llegan y que tantos desmerecen, pero se muestra terrenal, juguetón, esa pose de rockstar, de durito de libro enfundado en chupa de cuero, de manual, ¿os suena cercano?, esa sonrisa que delata su alma de bonachón, la risa de crío y la mirada escudriñadora de sabio con ganas de compartir. Ese genio amarrado a un mástil con cuerdas y pedales, pluma fácil, estribillos rápidos y adaptación sin igual para dejar clara su madurez. Alex Turner es capaz de diferenciar trabajo y placer fundiéndolos en uno. Vamos a pasárnoslo bien.

Supongo que a estas alturas de la entrada habréis descubierto, si no lo conocíais ya, que hablo del líder, cerebro indiscutible, compositor y guía de Arctic Monkeys. Tanto los Arctic Monkeys de saltar como los Arctic Monkeys de saltar sin (tantos) adolescentes. Queriendo mantener el control de sus creaciones decidió fichar por Domino Records (que lleva a Franz Ferdinand, She & Him o el hijo bastardo del tío de la musiquita de Windows que colaboraba con Robert Fripp de King Crimson o Genesis cuando Genesis molaba, es decir, con Peter Gabriel al frente). La asociación entre promotora/distribuidora y grupo ha ido la mar de bien y así han podido darse unos cuantos garbeos mundiales (yo he podido verlos en Benicassim y aunque no era el mejor marco, aquello podía considerarse sexo duro para mí, que soy un clásico en esos temas). Hasta aquí todo guay y normal, nada que no pueda encontrarse en cualquier hagiografía, disculpen vuesas mercedes y Audis mi hereje lenguaje, sobre el grupo británico, pero joder, es que hay una cosa que después de años he descubierto hoy… y de rebote.

Claqueta y acción

Aquí os dejo un cortometraje. ¿Cambio radical de tema? En principio sí, de la música al cine, de la playa a la piscina, en las dos hay agua y tetas. Pues en el cine hay música, y en este caso, de los monos, Alex Turner al frente porque, joder, la historia es suya y con o sin Avecrem, se la guisa y se la zampa. «Scummy man», por lo visto, aparte de un extracto de When the Sun goes down ♫ (enlazaría el clip con una de estas imágenes chulas aprovechando que OS X Lion incorpora soporte a Emoji, pero su funcionamiento en la web no lo tengo dominado, os animo a que paséis a verlo porque aparte de que sí está en alta definición, comparte muchísimo con el corto), era su título original. El corto presenta una continuación, una profundidad más, en la historia de drogas, prostitutas, malos rollos etc que muestra el vídeo musical. Misma historia con mismos actores, la poligonera de Misfits (que cuenta con seguidores por aquí, pero que a mí no me engancha la suma de Heroes y Skin), un tío que al verlo os sonará de bastantes películas y el que creo que es hermano de Alex Turner. Disfrutad.

Os ha podido gustar, sí, no, un poco, probad con la cara B incorporada en la edición en DVD. Bueno, siendo justos el vídeo está bastante bien, la historia está genial y los actores se portan de maravilla. La música, por supuesto, me gusta. El problema y el motivo por el que te he robado tanto tiempo de tu vida es que… veréis, ¿sabéis eso de que lo he descubierto hoy, no? Lo he dejado escrito por ahí arriba, bien, el asunto espinoso es que tengo desde hace casi un mes un relato corto titulado: «Whatever people says she is, it’s what Ms Emma Jacobson is not» que trata sobre una prostitua adicta a las drogas pero con un corazón enorme de quien cualquiera de nosotros terminaría enamorado, una historia enmarcada en Inglaterra y rodeada de letras y otra parafernalia del ya muchas veces mencionado grupo Arctic Monkeys.

Me he informado acerca del tema, sin querer me he cruzado con el cortometraje y con el videoclip y me he quedado con cara de acelga al ver que todas las líneas que había dejado por escrito y que se publicarían en horas si no encontraba nada alarmante que lo impidiera tenían más de cinco años de antigüedad y habían sido ofrecidas por los mismos integrantes de la banda. Gracias, Alex. Lo siento, Emma. Otra vez será, esto me ha pillado completamente desarmado, sing another fucking shalalala.

Visto en: 16mm.

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Qué regalar a tu pareja (si fuese yo)

Hola, buenas noches. Sentaos. Las chicas primero, aquí, más cerquita, que quiero que atiendan mejor. Ah, se siente. Eso es, así, gracias. No, ahí estás bien, no te molestes, sí, sí, da igual. Bueno, ¿se me oye? Genial. Bien, bien, sacad papel y boli porque aquellas jóvenes que tengan la fortuna de estar con un atractivo genio como yo, ¡hola, abuela!, y aún no sepan qué envolver en papel de colorines y colocar a los pies del árbol de plástico de todos los años están de enhorabuena. La verdad es que hay cosas específicas y concretas más propias de mí y alguna que (creo) es válida para cualquier chico de mi edad, década más, lustro menos. Tranquilidad, que no vais a encontrar ni un cándido «Feliz 2011» pintado con Cariocas ni un Aston Martin, son productos relativamente accesibles, relativamente. ¿No soy un cielo? Es para comerme(la). ¡Bruto!

En fin, comencemos, que os despistáis ahí al fondo, dejad de mirar por a ventana… ¿Está buena? Pues entonces.

¿Hola? Es el mayor

Auriculares Marshall Major

¿Qué es? Son unos preciosos cascos «orejeros» producidos y diseñados por la marca británica especialista en amplificación de sonido Marshall Amplification. ¿Cuánto cuesta? Con envío, 105€, me han llegado ya pero prefiero reservarlos para Navidad así que ni los he catado.
Soy un enamorado de Marshall, tengo hasta una camiseta oficial, de estas corporativas que se supone que lleva la gente que trabaja allí. Sí, es enfermizo. Se me han estropeado los Panasonic retro y el lanzamiento de estos auriculares ha sido una señal. Es lo único de la lista que he pedido debido a que los otros andan jodidillos y me han regalado. Un gran regalo, sin duda alguna.

Tubos, 30W

Amplificador Vox AC30

¿Qué es? Un amplificador de guitarra que funciona a válvulas ampliamente utilizado en la historia del Rock de la empresa británica (también, sí) Vox, un icono como la copa de un pino, yo tengo el Pathfinder 10, su sobrino pequeño, delicioso. ¿Cuánto cuesta? Pues depende de si queremos un modelo de los originales, uno de los de ahora, uno nuevo, uno usado, uno firmado por mí… Pero es caro, es un capricho sinsentido por mucho que se mire. Hay complementos para guitarra más asequibles, trípodes, correas de cuero que pesan demasiado…

SpotiPhone

Cuenta Premium de Spotify

¿Qué es? La opción de disfrutar de la música disponible en Spotify desde el teléfono siempre que haya cobertura 3G. ¿Cuánto cuesta? 120€ un año. No hay más opción.
A veces hay gente que ve que has cambiado de teléfono por uno de este estilo (del estilo de los caros) y quiere regalarte algo, una funda, unos altavoces, unos cascos, un accesorio que amplíe o mejore la cobertura y la batería etc. Bueno, como de eso ya tengo, me pido algo para el propio teléfono, y es esto. Simple, ¿verdad?

¡¡Zeppelin POWA!!

Altavoces Bower & Wilkins Zeppelin

¿Qué es? Se trata de unos bonitos altavoces en los que conectar un iPod, un iPhone, un ordenador o una sartén, con un diseño que me emociona. Si puedes, ve a una tienda especializada en sonido y pruébalos, te encantarán. ¿Cuánto cuesta? Demasiado como para que piense realmente en tenerlos antes de vivir en mi propia casa, 600€.
Lo sé, no es nada nuevo mi amor por este cacharro, pero lo tenía que decir.

Zeppo

Libro «Led Zeppelin: Shadows Taller Than Our Souls»

¿Qué es? Un libro que recorre la historia de un mítico grupo británico, ¡yepa! del que me considero un fan más, pero de los fans gordos, que han titulado en España como Led Zeppelin: Los Dioses del Rock y que a mi juicio puede llevar a confusión con uno de los libros más famoso sobre ellos, Hammer of the Gods, pero bueno. Lo he hojeado en El Corte Inglés e incluye multitud de fotos con una gran calidad, chascarrillos, imitaciones de los flyers de la época que hacen que agradezcas que el libro incluya una caja como funda porque son esos detalles simpáticos que, bueno, perderás. ¿Cuánto cuesta? 42€. No está mal para una persona que sabe leer. Si en cambio buscas algo para alguien que, además, sabe o intenta tocar, pásate por Musicroom y mira.

¡Luz!

Objetivo Sigma 30mm 1.4 para montura 4/3

¿Qué es? Un clásico de mis listas de deseos, un objetivo luminoso y equivalente a un 60mm montado en una Olympus. ¿Cuánto cuesta? 447€.

De Corto tiene poco

Cofres de Corto Maltés, por Hugo Pratt

¿Qué es? Cada cofre incluye una selección de historias del marinero creado por Hugo Pratt, personaje que como sabéis, a mí me chifla. ¿Cuánto cuesta? El primer cofre tiene un precio de 38€, hay tres cofres, los dos siguientes son 49€. 136€ en total. Con un cofre ya cumplís, y dejáis los otros para otras ocasiones, porque tampoco me parecen precios ajustados.

Para el invierno

Abrigo largo Formal Shawl Collar Coat de Paul Smith

¿Qué es? Un abrigo largo y caro del diseñador, británico, por cierto, Paul Smith, el de las líneas rectas de colorines. ¿Cuánto cuesta? Mucho. 859 Libras, en Euros debe ser insultante.
Sí, ¿qué pasa? Me gusta. Y mucho. Hoy, en pijoterismo ilustrado… un capricho de quita en primavera y pon en invierno. Es precioso. Gracias que existe Zara. Allí hay abrigos similares, alguno de los cuales pueden llevarse incomprensiblemente con el pecho y el cuello al aire. Quién dijo frío.

Kindle Solplesa

Amazon Kindle

¿Qué es? Un lector de libros electrónico de la famosa tienda de internet Amazon. Permite conectarse a su librería y comprar allí mismo los libros que queramos, porque todo está hecho para gastar, menos el 3G, que por lo visto no te lo cobran. ¿Cuánto cuesta? El modelo básico, con el que iría sobrado pues confieso que no devoro libros (pero el aparato me llama la atención) sale por 109 Libras, unos 130€. Bastante bien sino fuera porque me apaño de lujo con el teléfono.

BROOM!!

Silla y volante para PS3

¿Qué es? Un asiento de coche deportivo que tiene enganchados unos pedales y un soporte con el volante y el cambio de marchas ¿Cuánto cuesta? Me gusta la idea, el concepto, el invento en sí, pero no he mirado ninguno concreto. Tiene pinta de ser caro, pero para jugar a un juego tipo Gran Turismo con el mando normal, me quedo con el Mario Kart y sus conchas explosivas.

New York, New York

Libro New York, Portrait of a City de Taschen

¿Qué es? Un libro sobre la evolución de la que posiblemente sea la ciudad más importante del mundo, detrás de Castrejón, publicado por la conocida editorial Taschen. ¿Cuánto cuesta? Lo vi en El Corte Inglés y no me fijé, no lo encuentro en su web. Taschen lo valora en 70 dólares. Os aseguro que merece la pena, realiza un bonito paseo temporal recomendando películas, álbumes musicales y libros con los que continuar la caminata.

75 Years of DC Comics. 75Kg de libro

Libro 75 Yeas of DC Comics: The Art of Modern Mythmaking de Taschen

¿Qué es? Pues resulta que DC es una marca de zapatillas para patinadores, esquiadores, grafiteros y demás vándalos con pelas. Pero no. Se refiere a la pionera publicación que parió Superman y Batman, con eso ya debería ser suficiente para llamar la atención de los curiosos y aficionados a la mitología. Ya que al fin y al cabo, los estadounidenses, que no disfrutaron de la herencia grecorromana, tiraron de tinta y pincel para desarrollar sus propios superhombres. ¿Cuánto cuesta? No se vende aún, pero lo soltarán por el exagerado precio de 200 dólares, así que esperad.

Me gustan los hombres XXX GAY

Colonia Bruno Banani Made for Men

¿Qué es? Una coña.

Y esto es todo lo que se me ocurre, porque soy un niño caprichoso (aunque hay juguetes que venden como molones que no me llaman) y por ello me impido tener una tarjeta de crédito. Gasto lo que tengo con cierta cabeza, compro alguna cosilla y espero a que la gente haga el resto, porque este año he estado muy bueno, o lo he sido. Da lo mismo, me entendéis. Espero que os sirva de inspiración. Lo mismo en unas horas, con la Lotería pasada y muchos milloncejos en los bolsillos os estiráis y me dejáeis caer algún detallín. Gracias.

Visto en: Y quiero…

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Lagarto Música

Arañas de Marte

A veces atraviesas por unas semanas en las que intentar escapar de la rutina es tu nueva rutina. Y, sin esperarlo, te encuentras sonriendo después de una tontería inesperada y quieres quedarte dondequiera que estuvieras. Otras veces no, pero hoy no cuentan. De cualquier manera, esta tarde (noche, casi) estaba paseando a la perrita, envuelto en mi mundo de fantasía, absorto y aislado. Feliz. Caminaba a mi putísima bola, viendo como dos treintañeros intentaban controlar unos de esos cuadricópteros de corchopán (yo tengo un helicóptero a radio control normalito, traído del mismo centro de China, y es un jaleo, pero este parece sencillo) mientras mis orejas tragaban, aleatoriamente, canciones de Bowie. No me confieso su mayor fan porque no creo que nadie, ni él mismo, lo pueda ser. Me sucede como con Mike Oldfield, la etapa en la que hizo millonario a Richard Branson en Oxford Street me gusta, el resto poquito. David Bowie tiene tantos sabores que ni él mismo se atreve a pegarse un muerdo. Y sí, he puesto «el», a mí me parece un personaje de lo más simpático. Joder, tiene temazos, su época de comienzos de los setenta es bestial. El resto… bueno, para otro público.

El caso es que en ese paseo, adrenalinado por Life in Mars? una carambola del destino ha querido que continuase el festival con ZIggy Stardust. Y no me he podido resistir. Iba por la acera, solo, casi a saltos e inevitablemente me puse a cantar, berrear siendo fieles a la realidad. Desquiciado. Poseído. Mark Renton.

Tan drogado estaba que tardé en darme cuenta de que, al fondo de la música, como si viniera de un pasillo, alguien más hacía los coros del tema. Justamente, un noble y cuerdo (quiero pensar) caballero, asomado a una ventana cercana de un tercer piso, pitillo en mano, había cantado conmigo durante un rato. Yo paré, ensimismado con tan notable público y espontáneo, descalcé mis pabellones auditivos y escuché cómo aquélla ilustre persona soltó el verso final, un apoteósico y desentonado a más no poder «Ziggy played guitaaaar!».

Nos miramos durante casi un par de segundos. Nos descojonamos mutuamente. Nos dimos las buenas noches y, como señores, supimos que desde ese momento habíamos firmado un pacto tácito en el que nunca comentaríamos esa bochornosa situación. Pacto, por cierto, que acabo de romper.

Visto en: Por aquí, al fondo.