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Ajedrez

Es curioso, me he pasado un buen rato buscando un post que ya creía haber publicado (casi seguro) en el que pensaba que había hecho una referencia al ajedrez, pero nada de nada. En fin, allá voy. Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi vida es el de mi padre regalándome un tablero (plegable) y piezas con las que jugar a ajedrez. Aún tengo ese tablero y de las piezas me falta uno de los diminutos peones. No sé cuántos años tendría pero lo recuerdo todo bastante bien, cómo me explicaba el movimiento de cada una de las figuritas. Todo muy tierno, ciertamente.

Knight and friends, p_rocket71, Flickr

El ajedrez es el único deporte en el que he estado federado, cosa muy fugaz, apenas tres semanas. Asistí a dos charlas (de gente aburridísima) y nunca competí en nada oficial. Sí que participé en torneillos escolares (siendo mi mejor marca un tercer puesto que no tenía premio alguno). Todo fue muy de seguido, unos meses mientras cursaba Segundo de ESO. Era un renacuajo y, la verdad, ponía más empeño en mi posición de alero-pivot en el equipo de clase que en el ajedrez. Nunca me llegué a tomar ninguna de las dos cosas en serio, pero el ajedrez me sigue fascinando. Hace unas semanas eché unas partidas contra mi padre y me venció en todas. En todas. La verdad es que este tema no lo suelo sacar a la luz en la vida real porque suena a «Chico de audiovisuales» de instituto americano, como demasiado nerd. No es cosa de vergüenza, más bien de falta de popularidad, antes de Fernando Alonso ver la Fórmula 1 era de raritos. Supongo que si el ajedrez fuese algo más mediático esto sería distinto, pero no es algo que vaya a cambiar ni que quiero que cambie, es decir, esto por la tele sería un coñazo.

Me gusta el ajedrez, sigo dándole vueltas al tema. De hecho, en software de terceros, lo único que tienen en común mis tres últimos móviles (y he tenido cuatro en mi vida, que han funcionado hasta romperse) ha sido el típico videojuego de ajedrez, tanto en 2D como en 3D. Aún tengo los diskettes originales para IBM PC OS/2 del mítico Battle Chess, una risa de juego, la verdad. Y, como extraña nota al margen, soy de esos que practican inglés jugando al ajedrez contra el ordenador, la aplicación de Apple tiene licencia GPL, por si os da por trastear. Es realmente entretenido y me asombra toda su historia reciente, las historias que mi padre me contaba sobre un joven americano genial que terminó tarado y todo el contrapunto soviético. Y es que es así, creo que una de las primeras cosas que no vienen a la cabeza cuando pensamos en la Guerra Fría es un teléfono rojo, gente con corbatas y dos contrincantes frente a un tablero. Me refiero a lo fascinante que es por su simpleza inicial y toda su puta intrincada dificultad. Tantísimas opciones continuamente, a no ser que metamos la pata. Vale que casi todos empezamos con un intento de mate pastor y si no va bien ya improvisamos, sí, casi por sistema, pero esa gente capaz de calcular decenas de movimientos consecutivos para cada una de las opciones posibles me producen admiración.

No sé muy bien a dónde quiero llegar con este post, ojo, era una simple reflexión que ya creía haber hecho. No sé, me sigue emocionando que entre partida a la Play, la Wii, la Nintendo DS o lo que surja dentro de unos años seguirá habiendo sencillos y baratos tableros que propondrán infinitud de dolores de cabeza y alegrias de manera asombrosa. Como detalle quisquilloso, en mi aún reciente viaje a Nueva York me permití el lujo de decirle a un encargado del Met que tenían un tablero con las piezas mal colocadas (las blancas han de tener la reina en su color y, además, la casilla blanca a la derecha del todo en el tablero, cosa que no era así) y me agradeció uno de los encargados. Mola un pegote.

Supongo que cuando tenga sobrinos, que espero que sea dentro de mucho, les regalaré un tablero y unas piezas como hizo mi padre conmigo para ver si se pican con el tema. No hace mal a nadie y siempre estaré a tiempo de ponerles delante de una Game Boy. Aparte, creo que serían demasiado pequeños como para iniciarlos en el poker, que, ahora que lo pienso, de ahí me puede venir esa afición. Cáspita, lo que descubre uno a las dos menos algo de la madrugada. Vaya entrada más inconexa, sosa y hasta tristona me ha quedado. Lo único, ya que estoy con esto abierto, he hecho un par de cambios en el tema esperando que se lea un poco mejor, sólo para recordarlo.

Visto en: La Quinta con la 82.

3 respuestas a «Ajedrez»

A mi me gustaba el ajedrez para jugar con los caballitos y los reyes y reinas como si fueran barbies o playmobils. Para el juego real no tenía paciencia para aprender.

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