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Lagarto Pensando en alto

La efe

La letra efe es rara. F. No llega a E. Ni a A. Tiene un glifo, con f, curioso. Llevo toda la tarde, en la oficina, pensando en la dichosa letra. Efe, efe, efe. Ha sido una tarde aterradora, extrañamente productiva, gracias al cielo. O algo. Efe. Cuando empezamos a escribir todos intentamos tener la misma caligrafía, la que nos enseñan en la escuela, la que mantienen muchos abuelos, la de la A minúscula, redondita, con circulito. La de la O, minúscula también, que, lejos de ser un simple redondel, se decora con un detalle en su parte superior derecha. Naturalmente, todos nos damos cuenta de que no se puede seguir el ritmo del dictado de tu seño de primaria si te dedicas a terminar cada letraja, por eso la o es un cículo y la i termina siendo indistinguible del signo dos puntos. La efe cambia mucho. Desde un ocho inclinado y algo abierto por el centro a una te tumbada, con un pequeño sombrerito. Ayer vi una efe preciosa. Una efe minúscula, inicial de la palabra feliz. Estaba a medio camino entre aquél ocho infantil y esa te desganada que indica que ya somos demasiado mayores como para preocuparnos por hacer cosas bonitas, «y, bueno, sí, pero se entiende, ¿no?». Aquella nota de «[…] feliz no cumpleaños!» estaba escrita por una chica, generalmente tienen una caligrafía más legible y preciosista. Más coqueta. La letra efe destacaba.

Siempre me he intentado esforzar en hacer una efe fácilmente entendible, quiero decir, cómoda de escribir pero que no requiera releer para saber qué pone. La efe tiene un sonido feo. Ffffffeo. La efe es la culpable de que a los Franciscos se les llame Pacos. Y a las Josefas, Pepis. Sin personalidad como las bilabiales, sin fuerza como la Ce cuando es Ka. Feliz, felicidad, empiezan por efe, por lo que se entiende que es una letra agradable. Pero también lo hace furcia. O follar. Esas, como palabras, no son bonitas. Hace un tiempo, no sé, un año, dos, tres o incluso algo más, adoraba la puta efe. La adoraba de verdad. Sólo veía cosas buenas en ella, era singular, era bonita, era cercana, era comprensible dentro de su polimorfismo. Era alegre. Alegre de gol de tu equipo de Fútbol, alegre de divertido y agudo soplido equivocado de un crío en una Flauta, alegre de repentina luz que se enciende en una zona oscura al acercarte a una Farola, alegre de ver las complejidades y que terminaran resultando Fáciles, alegre de recordar el viaje de Bachillerato en Florencia, alegre de verano en un Festival, alegre de soñar con vivir en San Francisco, alegre del sonido que se escapa cuando pronunciamos Triumph, alegre de Fantástico. Alegre de inundarte con sus Fotos.

Ahora que vuelvo a echar un ojo a esa notita y descubro alguna efe más en ella me quedo pensando, no, continúo pensando, que a ver qué hago con esas ahora Fatídicas Fotos. Que a ver cómo Funciona. Jodida efe, estás en todas partes, que me expliquen cómo te lo has montado, porque menuda Faena. Una pequeña chispa de esperanza que se vislumbra al Final, y es que, antes, hace un tiempo, no sé, un año, dos, tres o incluso algo más, cuando ponía una dichosa efe en la barra de direcciones, ya ves tú qué tontería, el navegador tiraba para Flickr u otra concreta web que me leía con Filosofía. Será culpa de Instagram, supongo, que ahora cuando me posiciono en esa misma barra y pulso esa misma tecla esto arrea hacia sus dueños, Facebook. Dándome a entender que cualquier otro lado sería malo, no, Fatal. Y esa es la chispa, tal vez no un cambio de sentido, pero sí un Freno. Al menos evita lo que parecía un descarado Funeral.

«¡Feliz, feliz no cumpleaños!». Qué cojones. Eso es algo alegre. También. Al menos ahora lo parece. Pues mira, oye, Fenomenal. A ver si dura así para siempre. Ay, perdón, Forever.

Visto en: …D, E, F, G, H…

2 respuestas a «La efe»

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