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Relatos cortos de tintero

El humano selenita

Habréis oído esta historia cientos de veces pero no por eso deja de ser cierta. En un futuro no muy lejano ni muy cercano sucedió lo que nadie se atreve a narrar. Aunque nos chirríen los oídos cuando recordamos lo que pasará hay que reconocer la existencia de aquél pobre chico. Su triste historia no debe dejarse para antiguos libros que pueblan olvidadas estanterías de roble.

La idea era una locura incontrolada, ¿para qué llevar a una joven a la Luna? y, peor, ¿para qué hacerlo con la joven en cinta? La «Misión Embrión», como fue llamada por los diferentes medios, sin duda fue un impulso para la cada vez menos exitosa NASA. Consistía sencillamente en crear vida fuera de nuestro planeta. Ver cómo se desarrolla cada minuto del experimento y monitorizar cada latido, de la madre que quedaba en segundo plano y, sobre todo, del bebé que aguardaba a la salida en su interior. Acompañados por una matrona y un sólo austronauta formaron la primera tripulación, y hasta ahora única, que ha llevado a cabo un parto en gravedad cero y a miles de kilómetros de algo semejante a un hogar. Como probablemente ya sepáis se pensó el proyecto para que la mujer pariese en la Estación Internacional donde les esperarían otros cosmonautas y dispondrían de todo el material necesario para finalizar el parto con algo de normalidad, pero las cosas se torcieron. La ya olvidada madre soltera, que aceptó involucrarse en tan arriesgada misión poniendo en peligro su vida y la del joven, rompió aguas mientras caminaba, la nave hizo escala en nuestro satélite para que ella fuese la primera embarazada en dar un paseo por el Desierto de la Tranquilidad (mientras se emitirá en directo por todas las televisiones del mundo, canales temáticos de internet y periódicos interactivos, como seguramente vísteis).

Esto obligó a abandonar la caminata y cobijarse rápidamente en el módulo. Según los ginecólogos todavía quedaban un par de semanas para llegar a este punto y dan vacías explicaciones sobre su error arguyendo no haber contado con la presión y el calor generado al atravesar la atmósfera. Inútiles.

Sorprendentemente el parto irá de maravilla y aunque no se emitió en totalidad por petición expresa de la ya ahora madre todos pudimos escuchar los primeros llantos de vida que dará el que, ahora sí, es el primer humano extraterestre. Éxito para la agencia.

O eso quisieron vender. Una vez hubo regresado la expedición de la Misión Embrión los programos de radio y televisión se rifarán a cualquiera de los participantes para una entrevista o un simple saludo, siendo más notables los esfuerzos económicos que realizaron las cadenas que consiguieron hablar con todos a la vez ya que la propia NASA tenía muy controladas las apariciones en medios de cualquier miembro del equipo. Al final dio lo mismo pues repetían la misma historia una y otra vez en uno y otro show. El bebé nunca llegó a verse por televisión, los periódicos debían solicitar imágenes al banco de datos de la NASA y las descripciones de la radio eran vanales, como toda descipción de un recién nacido, vaya.

Vivió sus primeros días en un transbordador, lo mudaron a una incubadora especialmente diseñada para la ocasión y su madre veía a través de una vitrina cómo otras mujeres con mascarilla y guantes cuidaban a su hijo y al mismo tiempo impedían todo contacto entre ellos, nada que no estuviese estipulado por contrato previamente.

6 respuestas a «El humano selenita»

La historia, bien molona, como dice Ellohir, muy a lo Asimov. El fallo ha sido querer darle un final, que no era narrable en cinco páginas. Si quieres cinco páginas, lo dejas abierto, si quieres final, te hace falta el doble, para que no parezca que se corta abruptamente y el final va un poco pegado como un pegote. Pero me ha gustado, eh?

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