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Pensando en alto

Del sentimiento de culpabilidad húngaro

Y sí, no pongas esa cara extraña, de eso va el tema.

Me he escapado en Semana Santa al corazón de Europa, Praga, una tarde en Bratislava y otro poco en Budapest. Y es sobre el país de ésta última ciudad del que quiero hablaros.
Preparad vuestros discos de Liszt que el ambiente lo requiere, y recordad que todo lo que voy a decir lo expreso desde mi firme posición de capitalista moderado que todos conocéis y que es más que probable que no estéis de acuerdo con varias cosas de las que escriba, pero siempre podré afirmar que yo estuve allí, lo vi, y sé de lo que estoy hablando, aunque las ideas que cada uno tiene no han de ser parejas a las mías.

Nunca había pisado un país que hubiese pertenecido al bloque comunista y las imágenes que mi imaginación generaban eran como las que vemos cada año en televisión sobre la caída del muro de Berlín, edificios feos de arquitectura poco trabajada y estampas de Lenin o Stalin rodeados de una estrella roja con ribete dorado en los gorros de piel de oso.

Pero como en el 89 lo mataron y en el 91 lo enterraron, no tenía muy claro qué me iba a encontrar en las tierras mencionadas, salvo en Praga, que me la conocía de tanto verla en Flickr y en Misión Imposible I. Ésta es sin duda la más avanzada y occidental de todas las que visité.
Pero quiero hablaros de Hungría y de lo que me llamó la atención en Budapest, algo que chocaba con lo leído, comentado y luego visto en Chequia y Eslovaquia. Según me informé y tal y como dijeron los guías, la caída del comunismo en estos países y la entrada de ayudas de la Unión Europea fue una liberación, hubo intentos de derrocar el régimen pero se respondió a fusilazos, algo del tipo Chine-Nepal que lamentablemente vivimos hoy día. Para ellos el comunismo no es una opción, y tienen partidos políticos de centro-izquierda y centro-derecha que van rotándose en poder en las urnas, pero ni barajan la posibilidad de volver a ser un Estado Soviético ni nada que se le parezca.

Imagino que ya os habrá dado tiempo más que de sobra para deducir por dónde van a ir los tiros de mi Jericho 941, nada de chicas checas, que como su cerveza, son mayoritariamente rubias, sabrosas, están buenas, e incluso hay alguna morena que podría meter en el grupo.

El caso húngaro.

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Lagarto

Nos vemos en 7 días

No me juguéis a los trolls mucho, por favor.

Visto en: Wikipedia.

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Lagarto Música Vídeo

Coti, Bailemos

Tenía yo 15 años cuando se me acercó una chica y me preguntó ¿Bailas? A lo que respondí que en ese caso ella acabaría en Urgencias con dolores en los pies causados por mis pisotones. Sonrió y se fue. Nunca en mi vida he vuelto a tener una oportunidad así, lástima. Sonaba esto, y no sé por qué lo estoy recordando.

Visto en: Youtube.

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Fotografía Los píxeles del jueves

Los píxeles del jueves

1200R

Visto en: Flickr

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Lagarto

Mi jefe es un crack

Todos estamos acostumbrados a escuchar lamentos y quejas de los empleados sobre sus jefes (efectivamente, yo también), me considero un privilegiado, creo que mi jefe es un auténtico crack en lo que hace.

Ya han pasado dos semanas desde que empecé y la verdad es que úlimamente llegaba con mejor humor a la oficina. Me encuentro más cómodo, y en parte es gracias a él, bueno, y a mi compañera (diseño web) que ha cogido la costumbre de traerme una Coca-Cola de la máquina cada jornada porque cree que no me gusta el café, no sé de dónde ha sacado la conclusión pero no le quiero quitar la ilusión, tendré que pagarle los cafés, que empiezo a sentirme mal.

Sí que se nota un cambio de rutina y de manera de trabaja de, por ejemplo, comercial de CitiBank a algo de este stilo. Lo primero es fácil de entender, muy metódico, rellenar unas determinadas solicitudes en tanto tiempo, cuanto más mejor. Escoger víctima, sulpicar a la víctima, agradecer a la víctima, fin. Entonces la jefa exigía más solicitudes (más comisión para ella) pero de todas maneras mismo sistema de trabajo que no te hacía pensar. Ahora bien, aunque esté de becario sí que me toca realizar cosas relativamente complejas que exigen que le dé bastante al coco, y mi jefe sabe cómo, cuando y dónde presionar para conseguir que la aplicación vaya mejor, sin estar encima mío todo el día.

Además, es la persona que más entiende sobre programación (no sólo web) y diseño de todas las que conozco, tan pronto te revisa un script como te añade la cantidad exacta de sombra que un botón requiere. Es genial. Aunque de primeras pensaba lo contrario, siempre con sus jerseys de lana, su cajetilla de Camell Light y sus más de 40 añitos.

La verdad es que se nota que está acostumbrado a trabajar con novatos como yo, nunca me ha puesto una mala cara -incluso cuando la cagaba- y asegura que cuando la opción deshacer no está disponible siempre podremos rehacerlo entero aunque nos lleve unos días más. Todo de buenas. Pero lo que más me agrada no es que me esté ayudando a aprender, que nos haya dado vacaciones hasta el 30, que nos guíe de la mejor manera posible para que no nos alteremos con los plazos, que nos pida opinión sobre decisiones más o menos importantes… no; lo que más le agradezco es que me deje meter la pata, me deje solucionarlo y me termine diciendo «confiaba en que lo hicieses bien, aunque no fuese a la primera», que haya demostrado que confía en mí.

Visto en: Aún así es agradable no verle en unos días :)